¿QUÉ
SE EDUCA EN LA FAMILIA?
Es en la
familia donde se adquieren y desarrollan las actitudes, creencias, valores,
hábitos, estilos de vida y comportamientos, que determinarán el modo de los
hijos de enfrentarse a la vida y, por lo tanto, el modo de relacionarse con las
drogas.
Podemos
sintetizarlo del siguiente modo:
• LOS
VALORES son aspectos concretos a los que les damos una importancia
especial, de manera que pasan a orientar lo que hacemos. Por ejemplo, la salud
puede ser un valor dominante para la persona, mientras que otros pueden valorar
el dinero por encima de otras cosas, el éxito, la inteligencia, la unión de la
familia, etc. Las personas definimos lo que está bien o mal en función de los
valores que tenemos.
• LAS
CREENCIAS son las ideas o convicciones que las personas tenemos acerca de
las cosas y que consideramos como verdades indudables. Podemos tener creencias
más o menos racionales o irracionales. Por ejemplo, si la salud es un valor
importante para nosotros, podemos tener creencias irracionales respecto a
nuestra propia salud «seguro de que voy a enfermar, estoy predestinado a ello»
o creencias más ajustadas a la realidad «la enfermedad le puede tocar a
cualquiera».
• LA ACTITUD es
la disposición que tenemos a pensar y comportarnos de un modo determinado. Las
actitudes pueden ser más positivas o negativas, optimistas o pesimistas.
Siguiendo con el ejemplo de la salud, una actitud positiva sería el pensar
«puedo hacer cosas para mejorar mi salud», mientras que una actitud negativa
podría ser «es mejor no hacerse análisis, porque si estás enfermo no podes
hacer nada para remediarlo y cuando más tarde te enteres mejor».
• LOS
HÁBITOS son las costumbres, la capacidad y habilidad que tenemos para hacer
algo por haberlo hecho en repetidas ocasiones. El estilo de vida es el modo de
vida característico de una persona. Y los comportamientos son nuestras
conductas, la manera de actuar que tenemos ante cada situación. Una persona que
tenga, por ejemplo, creencias racionales y una actitud abierta y optimista
hacia la salud desarrollará con más facilidad hábitos de vida sanos (higiene,
ejercicio, alimentación adecuada, etc.), un estilo de vida basado en el orden,
tranquilidad, etc. y comportamientos sanos (práctica de deportes, salidas al
campo, controles médicos periódicos, etc.).
¿ES CONVENIENTE HABLAR
ABIERTAMENTE SOBRE DROGAS?
Especialmente
al comienzo de la adolescencia resulta muy oportuno dialogar sobre las drogas.
Los adolescentes conocen las drogas por sus amigos, la televisión, los
comentarios de los adultos. Por lo tanto no tiene sentido ignorar esta
experiencia y es preciso apoyarnos en ella para construir una actitud firme de
rechazo a los usos de drogas y fármacos.
Este
diálogo abierto es conveniente que se oriente en dos direcciones:
• Desafiar,
en primer lugar, los mitos y las informaciones erróneas que los jóvenes poseen sobre las drogas, tales como que, son
inofensivas, se pueden controlar, pueden ayudar en algunas ocasiones, etc.
• En
segundo término, explicar claramente, sin exageraciones ni demonizaciones, las
razones por las que no deben consumirse: los peligros asociados, las normas y
leyes que las prohiben, su incompatibilidad con el estudio, deporte, trabajo y
el adecuado proceso madurativo.
Claro
que para poder desmitificar y explicar, los padres deben ser los primeros en
instruirse, sino quedarán atónitos y descolocados ante el conocimiento que
traen sus hijos de la calle.
Muchos
padres tienen reparos en conversar con su hijos sobre el uso del alcohol y las
drogas. Algunos de nosotros no creemos que nuestro hijo pueda verse involucrado
en el uso de drogas ilícitas. Otros padres de familia no conversan con los
hijos sobre el tema porque no saben qué decir o cómo decirlo, o tienen miedo de
poner ideas en la mente del hijo.
No espere
hasta sospechar que su hijo tiene un problema. Muchos jóvenes que están en
programas de rehabilitación manifiestan haber consumido alcohol y otras drogas
por lo menos por espacio de dos años antes de que sus padres lo supieran.
Comience
temprano a hablarle del alcohol y otras drogas, y mantenga abiertas las líneas
de comunicación. No tenga miedo de confesar que no sabe todas las respuestas.
Haga saber a su hijo que está preocupado, y que pueden tratar juntos de
encontrar esas respuestas.
¿CÓMO
MEJORAR SU CAPACIDAD PARA HABLAR CON SU HIJO?
Se
indican a continuación algunas sugerencias básicas para hablar con sus hijos
acerca del alcohol y las drogas.
• Sepa
escuchar. Asegúrese de que su hijo se sienta cómodo transmitiéndole sus
problemas o preguntas. Escuche atentamente lo que dice. No permita que la
discusión termine por la cólera que le produzca lo que oye. Si es necesario,
tómese un descanso de 5 minutos para calmarse antes de continuar. Tome nota
asimismo de lo que su hijo NO le dice. Si no le cuenta sus problemas, tome la
iniciativa y pregúntele lo que ocurre en la escuela o en otras actividades.
• Esté
disponible para conversar incluso sobre temas sensibles o delicados. Los
jóvenes necesitan saber que pueden confiar en que sus padres les darán información
exacta sobre los temas que son importantes para ellos. Si sus hijos desean
conversar sobre algo en un momento en que usted no puede prestarles completa
atención, fije otro momento para hacerlo, y hágalo.
• Sea
generoso con los elogios. Destaque las cosas que sus hijos hacen bien en
vez de concentrarse siempre en las que hacen mal. Cuando los padres elogian más
fácilmente que critican, los niños aprenden a sentirse seguros de sí mismos, y
desarrollan la confianza necesaria para fiarse de su propio juicio, aumentando
su autoestima.
• Transmita
mensajes claros. Cuando hable sobre el uso del alcohol y otras drogas,
asegúrese de transmitir claramente que no deben usarse, de manera que los
chicos sepan exactamente a qué atenerse. Por ejemplo: «En nuestra familia no se
permite el uso de drogas ilícitas, los chicos no toman bebidas alcohólicas».
• Sea
modelo del buen comportamiento. Los jóvenes aprenden por el ejemplo tanto
como por la enseñanza. Asegúrese de que sus propios actos reflejen las normas
de honestidad, integridad y juego limpio que usted espera de sus hijos.
¿EL
EJEMPLO QUE SE OFRECE ES DETERMINANTE?
Los
padres, los deportistas, los educadores, los entrenadores, constituyen un
modelo para los niños y jóvenes, incluso sin pretenderlo. Hemos de ser
conscientes de ello para ofrecer un
adecuado ejemplo, especialmente respecto de los propios hábitos de consumo de fármacos, alcohol y otras drogas, y en
relación con las propias actitudes
hacia los hábitos de los demás. Si quien representa un modelo de conducta muestra unos comportamientos tendientes al consumo de
drogas, entendiendo por éstas
aquellas sustancias que se han descrito en la presente publicación, o tolerante con el uso que otros hacen de estas sustancias,
difícilmente contribuirá a la prevención
de su
consumo en sus hijos o educandos.
¿UNOS
VALORES FIRMES PUEDEN FAVORECER LA ABSTINENCIA?
Los
adolescentes son lo suficientemente mayores como para tener ideas propias sobre
lo que está bien y lo que está mal, y para tomar decisiones basadas en los
principios que ellos consideran importantes. Un sistema firme de principios y
valores puede ayudarles a tomar decisiones basadas en hechos reales y no en las
presiones externas.
Es
preciso que los mensajes de los adultos sean claros, para la adecuada
conformación de este sistema de valores. Expresando lo que se considera
positivo y negativo, razonando las opiniones, ayudaremos a los jóvenes a contar
con un referente en su manera de proceder.
Los
valores realmente asumidos impregnan todos los comportamientos, lo que da como
resultado una conducta coherente y sin contradicciones.