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viernes, 30 de noviembre de 2012

Escoger mi vida II

FILOSOFIA  DE  REGRESO A CASA





El arte de escoger la vida La vida es proyecto, tarea, llamada y don. Escoger «mi» vida supone elegir a qué o a quién quiero dar mi vida. Implica, primero, que mi vida es mía y, segundo, que puedo darla, perderla, sólo si es mía; y al darla me doy, me pierdo y, tal vez  gozosamente, me encuentro.
Escoger mi vida es difícil. Primero hay que acoger la vida, asumir la vida; segundo, identificar la autenticidad de «mi» vida. La necesidad de identificación racional y afectiva exige diálogo, confrontación, comunicación y soledad. Escoger mi vida exige decir Sí y NO. Decidirse a habitar la propia vida es escoger el camino de ser feliz sabiendo que por la vida pasa el dolor y el gozo, y que no puedo huir de mi propia vida cuando aparece el fantasma del dolor, ni puedo alienarme en
el supuesto gozo. No es fácil saber gozar ni saber sufrir viviendo en coherencia y en fidelidad a uno mismo y a las causas a las que he entregado mi vida. Escoger mi vida es un imperativo de la persona madura, pero sabiendo que es relativo a tiempos, crisis, momentos; es importante saber desdramatizar. Elegir sin grandilocuencias que desfigurarían la verdadera talla de mi vida, importante pero no absoluta.
Escoger es el prólogo de una existencia auténtica; pero por elegir no me voy a convertir en el ombligo del mundo. La obsesión autorrealizadora muchas veces me lleva a erigir un monumento a mi propio yo, y entonces, más que escoger mi vida, estoy escogiéndome a mí, aun a riesgo de no vivir ni vivirme.
El perfeccionanismo es una incapacidad de elegir. Es verdad que en la cultura actual tenemos tan inmensa pluralidad de modelos que dificultan una coherente elección.
Pero, al mismo tiempo que la dificultan, la posibilitan como libre. Es decir, la pluralidad de modelos hace difícil el acto de escoger, pero me garantiza que la elección será exactamente, o lo más aproximadamente posible, lo que yo quiero para mí.
Es más fácil comprar en la tienda del pequeño pueblo que en el gran almacén de la ciudad; y, sin embargo, aunque sea más fácil elegir, no por eso es más fácil acertar. Escoger mi  vida es escoger las conductas, la acción que más autenticidad acarree en el diálogo con la realidad, en un diálogo que me dará información sobre mis capacidades, motivaciones, valores. Escoger la acción a sabiendas de que soy más grande que mi acción, que mi vida no cabe en mis hechos aunque se exprese a través de ellos.

Educar




No educas cuando impones tus convicciones, sino cuando suscitas convicciones personales.
No educas cuando impones conductas, sino cuando propones valores que motivan.
No educas cuando impones caminos, sino cuando enseñas a caminar.
No educas cuando impones el sometimiento, sino cuando despiertas el coraje de ser libres.
No educas cuando impones tus ideas, sino cuando fomentas la capacidad de pensar por cuenta propia.
No educas cuando impones el terror que aísla, sino cuando liberas el amor que acerca y comunica.
No educas cuando impones tu autoridad, sino cuando cultivas la autonomía del otro.
No educas cuando impones la uniformidad que adocena, sino cuando respetas la originalidad que diferencia.
No educas cuando impones la verdad, sino cuando enseñas a buscarla honestamente.
No educas cuando impones un castigo, sino cuando ayudas a aceptar una sanción.
No educas cuando impones disciplina, sino cuando formas personas responsables.
No educas cuando impones autoritariamente el respeto, sino cuando lo ganas con tu autoridad de persona respetable.
No educas cuando impones el miedo que paraliza, sino cuando logras la admiración que estimula.
No educas cuando impones información a la memoria, sino cuando muestras el sentido de la vida.
No educas cuando impones a Dios, sino cuando lo haces presente con tu vida.

EDUCAR   ES   DESPERTAR   PERSONAS
                                                                       Rene J. Trossero.