EL ARGENTINO
DROGAS Y VACÍO
Oscar me dice que para él tomar cerveza y fumar “porros” con cocaína es clave .Lo hará los fines de semanas y por otra parte fumar marihuana todos los días antes de ir a trabajar y al volver. Ya lo intentó varias veces y “siguió de largo”. A sus 44 años la compañía de los químicos durante 20 años representa la mitad de una vida ligada a ilusiones y desilusiones permanentes. Precisamente la “ilusión” de controlar la dosis es casi imposible en muchos . Dicen los alcohólicos y con mucha sabiduría :” una copa es mucho y cien son pocas…. “.
Oscar para estar en el mundo tiene que “estar puesto” así él puede ejercitar distintos roles : “payaso” que alegra al grupo, papá, trabajar, etc. En realidad esa dosis, según él, medida solo dura pocos días para luego abandonar otra vez la función de la paternidad , el trabajo y de divertido pasar a ser un solitario en busca de una dosis .
Daños neurológicos abonan estas conductas. La adicción es una alteración crónica de los sistemas de recompensa o sea de los sistemas del placer que todos tenemos. Acá el placer quedó fijado en consumir y todo lo otro (hijos, vida, deporte, amistades, etc.) queda en un segundo plano. También es una enfermedad de la memoria que queda embargada y depreciada para ser solo memoria adictiva. Olores, lugares de encuentro, nombres de distribuidores y rumiación para encontrar las dosis; solo eso es parte de su memoria. Su sistema de pensamiento y de control de impulsos ya no funcionan por la afectación crónica de persistentes consumos que en este caso llegan a más de veinte años ininterrumpidos.
Como dice el filósofo Nietzche: “ no clavemos la mirada fijamente en el abismo; no sea que el abismo la clave en usted”. Las drogas parecen representar al vacio. No dejemos avanzar este mal social. Consultemos.
Dr. Juan A. Yaria
Director General GRADIVA-rehabilitación en adicciones
Centro Ambulatorio de Rehabilitación en Adicciones
Terapia Individual y Grupal
Atención de profesionales
Talleres
Asociación Civil Regreso a Casa
San Luis Capital
Cel.: 2664323950
Tel.: 4441473
E-mail: regresoacasa07@gmail.com
www.regresocasa@blogspot.com
facebook: regreso a casa
lunes, 16 de junio de 2014
domingo, 4 de mayo de 2014
La depresión en los hombres, una epidemia encubierta.
Las diferencias sexuales han sido reemplazadas por las diferencias de género. Se dice que la mujer tiende a la pasividad a la dependencia y que tiende menos a manifestar la agresión. Se dice eso mientras hay una fuerte tendencia cultural, sobre todo en los países sajones, a considerar que entre hombres y mujeres las diferencias son pequeñas y que recordarlas equivale casi a crearlas, lo que sería una restauración del machismo.
Estudios confiables informan que las mujeres consultan más por depresión, lo que no implica que sean más propensas que el varón a la depresión.Los hombres disfrazan su depresión con el alcohol y el uso de otras drogas.
Algunos pensadores del primer mundo y la “opinión ilustrada” no ven con buenos ojos encontrar diferencias entre varones y mujeres, como si el encontrarlas implicara su naturalización. Mientras tanto las empresas publicitarias, también del primer mundo, buscan qué autos o perfumes ofrecen, respectivamente, a hombres y mujeres. Como dijo aquella feminista, ¡Viva la diferencia!
Las investigaciones sobre los géneros se preguntan por las condiciones de producción socio-históricas de la subjetividad. Lo que se debe ser y tener va cambiando. ¿Cómo? El género no es universal sino propio de determinada cultura.
Las mujeres conservan la tendencia a esperar de otros significativos una confirmación de su valor que, en muchos casos, no puede compensarse mediante los logros laborales y profesionales. Éstas son cicatrices históricas en la construcción del género.
Se decía que los hombres no lloran. Se decía que los hombres sienten poco y expresan aún menos. Se decía que los hombres hablan poco de sus intimidades y que evitan mostrarse vulnerables. ¿Se seguirá diciendo?
Pocas veces el varón expresa la alteración del estado de ánimo a través de síntomas psíquicos como la tristeza, la labilidad emocional o la ideación depresiva. Por eso la depresión masculina puede pasar inadvertida cuando el profesional –médico, psiquiatra o psicólogo- no advierte que la depresión se está manifestando como fatiga, astenia, dolores musculares, cefaleas, insomnio, pérdida de peso. Incapaces de verbalizar las emociones propias sólo mencionan los síntomas físicos de su malestar. Mas que tristeza predomina la irritabilidad. Algunos ocultan el vacío interior con el ruido de la violencia, el consumo de drogas o la adicción al trabajo. Todo ello contribuye a la dificultad para detectar la depresión. Si se consideraran la irritabilidad, la violencia y el abuso de sustancias muchos más hombres serían diagnosticados como deprimidos.
Se decía que los hombres
hablan poco de sus intimidades y que evitan mostrarse vulnerables. ¿Se seguirá diciendo?
Se advierten disminución de energía e interés, sentimientos de culpa, dificultades de concentración, pérdida de apetito y pensamientos de muerte o suicidio. Están agobiados en busca de estímulo. Están ansiosos en busca de calma. Están insomnes en busca de sueño. El agobio se expresa en la temporalidad (“no tengo futuro”), en la motivación (“no tengo fuerzas”) y en la propia estimación (“no valgo nada”). Se sienten abrumados por cierta desesperanza que les impide contar con la energía necesaria para formular nuevos proyectos.
Cada año, 6.000.000 de varones estadounidenses escucharán el diagnóstico de depresión. Son también millones los que sufren en silencio, sin diagnóstico o con diagnóstico equivocado, o los que teniéndolo se rehúsan al tratamiento, tal vez porque “los hombres no lloran”.
El alcoholismo y las adicciones, sin ser exclusivos de la depresión masculina, a veces se suman a ella, como la otra cara del vacío depresivo. (Y ya sabemos que también pueden ser adictivos el trabajo, los juegos de azar, etc.) Depresión y adicción forman un círculo vicioso. Se busca la euforia artificial para escapar de la apatía depresiva, pero el alivio es pasajero. El daño, en cambio, es duradero y acentúa el sentimiento de culpa o de inferioridad.
Adicto es el que no puede prescindir de un objeto (droga) o de un dogma (político) o de una persona (en el amor) o de una actividad (trabajo, juegos de azar).
La depresión masculina
se enmascara y ese enmascaramiento es costosísimo.
Tomemos como ejemplo la adicción al alcohol. El alcohol ayuda a escapar de la visión crítica que tenemos de nosotros mismos. Cuánto más negativa es la mirada sobre uno mismo, más se intenta eludir ese sentimiento mediante el consumo de sustancias. El alcohol es un desinhibidor que facilita el paso a la acción, pero sus efectos depresógenos son múltiples: biológico (perturbación de los neurotransmisores vinculada a la dependencia física), sociales (verguenza y rechazo social) y psicológicos (alteración de la autoestima). En cualquier caso, la autoestima del paciente alcohólico es muy inestable. Su discurso oscila de la negación a la desesperación. Ninguna de esas actitudes es eficaz para salir adelante.
Ciertos conflictos conyugales y familiares, el ausentismo laboral, el bajo rendimiento escolar, el aislamiento social y la falta de motivación pueden ser también depresiones enmascaradas. Un predominio mayor de depresiones somatizadas se produce en personas que tienden a la negación, la hiperactividad y cierto control omnipotente del entorno.
La depresión masculina se enmascara y ese enmascaramiento es costosísimo. La depresión (y sólo para mencionar un ejemplo) está asociada a enfermedad coronaria e infartos cardíacos y cerebrales, padecimientos que afectan a los hombres con mayor frecuencia y a una edad más temprana que a las mujeres. Los hombres con depresión y enfermedad cardíaca tienen dos o tres veces más probabilidades de morir que los hombres con enfermedad cardíaca sin depresión. En los últimos 40 años, la tasa de suicidio entre hombres ha sido cuatro veces superior a la de mujeres.
Los varones son criados en nuestra sociedad para ser exitosos restringiendo la expresión de emociones. Deben controlarse y son forzados a expresarse a través de la agresión. Ser “fuerte” significa soportar dolor físico y psíquico desvalorizando los afectos (en particular la tristeza). Los varones sobrellevan los duelos de una manera diferente a las mujeres. “Ser fuertes” es encarar la adversidad sin demostrar emociones (señal de debilidad).
La depresión y sus manifestaciones serán una oportunidad para lograr entre todos un nuevo modelo social de masculinidad en que sea posible la expresión de afecto y ternura.
martes, 15 de abril de 2014
El aislamiento social podría propiciar las adicciones
Por naturaleza, somos seres
sociales. Evidentemente hay cierto número de individuos que se escapa de este
esquema, pero la gran mayoría podemos afirmar con rotundidad que necesitamos el
contacto y la conversación con los demás, de una forma u otra. La duda aquí es,
¿qué consecuencias tiene el aislamiento social total? Pues,
al menos en ratas, provoca que se vuelvan adictas a las drogas.
Esto es lo que han detectado unos
investigadores de la Universidad de Texas,
en Austin (EE.UU.). Según dichos científicos, las ratas que están aisladas
socialmente durante su adolescencia son más vulnerables a ser adictas a anfetaminas
y alcohol, y su adicción a las anfetaminas es más difícil de superar si siguen
aisladas socialmente. Esta investigación se ha publicado hace
unos días en la revista Neuron, donde además
se describe la persistencia de los efectos del aislamiento aunque las ratas
vuelvan a ser reintroducidas en la comunidad.
Como dice Hitoshi Morikawa,
profesor de neurobiologia de la Facultad de Ciencias Naturales de
la Universidad de Texas:
“Básicamente,
los animales se vuelven más manipulables. Son más sensibles a la recompensa, y
una vez condicionados es más complicado corregirlos. Hemos observado estos
efectos tanto a nivel conductual como neuronal”
Morikawa recuerda que los
efectos negativos del aislamiento social durante la adolescencia han sido bien
documentados, conociéndose características como la ansiedad, agresividad,
rigidez cognitiva o aprendizaje espacial. Pero lo que no estaba
clarificado hasta ahora era el efecto de dicho aislamiento sobre el
comportamiento y sobre la actividad cerebral que tienen que ver con las
adicciones.
Por otra parte, Leslie Whitaker,
ex-estudiante de doctorado del laboratorio de Morikawa e investigador en el Instituto
Nacional sobre el Abuso de Drogas también
da su punto de vista:
“Los
animales aislados tienen un perfil más agresivo. Están más ansiosos. Póngalos
en un campo abierto y se congelan más. También sabemos que las áreas del
cerebro que están más implicadas en la memoria consciente se verán afectadas.
Pero el tipo de memoria implicada en la adicción no es la memoria consciente.
Es una preferencia inconsciente por el lugar en el que consiguió el premio.
Siguen volviendo a ella sin siquiera saber por qué. Ese tipo de memoria se ve reforzada
por el aislamiento”
Durante el estudio, las ratas
fueron separadas de sus compañeras durante un mes cuando tenían una edad de 21
días (lo que vendría a ser la adolescencia en los seres humanos).
Posteriormente, ensayaron la respuesta de las ratas frente a diferentes niveles
de exposición a la anfetamina y el alcohol.
Para sorpresa de los
investigadores, las ratas aisladas eran mucho más
propensas a buscar las anfetaminas y el alcohol en comparación con el grupo
control. Casi todas las ratas aisladas mostraron una gran
preferencia por las drogas después de una sola exposición, en comparación a las
ratas no aisladas, que se convirtieron en adictas tras varias exposiciones
repetidas.
Y no solo eso, sino que además,
las ratas aisladas socialmente son mucho más complicadas de tratar, y tardan
más en desengancharse de su adicción a las anfetaminas que las ratas no
aisladas.
Según los investigadores, estos
resultados podrían ser extrapolables a los seres humanos, sumando un factor más
a las consecuencias del aislamiento social que ya se conocían anteriormente. Un
mal factor, todo sea dicho.
sábado, 5 de abril de 2014
En esta vida hay que estar alegre todo el tiempo
Ésta es
otra creencia que está relacionada con lo que acabamos de hablar y que
aprovechamos para matizar lo antes escrito. Vivimos en la era del hedonismo.
Esto quiere decir que nuestra sociedad pretende alcanzar el placer todo el
tiempo y no sentir la más mínima frustración, la más mínima incomodidad, la más
mínima espera... El riesgo de esta creencia implícita, que todos tenemos,
porque formamos parte de esta sociedad, es que cuando aparece una pequeña
frustración en nuestra vida, tipo "no me gusta la música que ponen en
los locales de marcha a los que voy" o "no consigo ligar"
o "me aburre el plan"... no lo aceptamos como algo normal, que
tiene que formar parte de nuestra vida y nos exigimos sentir la diversión o la
alegría que no obtenemos por nuestros propios medios. No tenemos que ser
felices todo el tiempo, es utópico, como tampoco tenemos que pasárnoslo bien
todos los fines de semana que salimos, ni aguantar hasta las seis u ocho de la
mañana, incluso es perfectamente normal que a alguien no le guste salir de
marcha. Así que nuestra sugerencia es que sean fieles a lo que realmente
sientan y no busquen al consumo para cumplir estos dictados que nos impone
nuestra sociedad, sometida a la búsqueda constante del placer.
jueves, 6 de febrero de 2014
Los Adolescentes: El alcohol y otras drogas.
Los adolescentes pueden estar comprometidos en varias formas con el alcohol
y las drogas legales e ilegales. Es común experimentar con el alcohol y las
drogas durante la adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los
adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las
consecuencias del mañana. Ellos sienten
la tendencia a sentirse indestructibles
e inmunes hacia los problemas que otros experimentan.
El uso de alcohol o de tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo
del uso de drogas más tarde. Algunos adolescentes experimentan un poco y dejan
de usarlas o continúan usándolas ocasionalmente sin tener problemas significativos.
Otros desarrollaran una dependencia,
usaran luego drogas más peligrosas y se causaran daños significativos a ellos
mismos y posiblemente a otros.
La adolescencia es la época de probar cosas nuevas. Los adolescentes
usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo la curiosidad,
para sentirse bien, para reducir el estrés, para sentirse personas adultas o
para pertenecer a un grupo.
Es difícil poder determinar cuáles de los adolescentes van a experimentar
y parar ahí, y cuáles van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que
corren riesgos de desarrollar problemas serios con las sustancias psicoactivas
incluyen aquellos que:
·
Con un historial familiar de abusos de
sustancias
·
Que están deprimidos
·
Que sienten poco amor propio o baja autoestima
·
Que sienten que no pertenecen o que están fuera
de la corriente
Los adolescentes abusan de una serie de
variedad de drogas, tanto legales como ilegales. Las drogas legales disponibles
las bebidas alcohólicas, las medicinas
por receta médica, los inhalantes (pegamentos, aerosoles y solventes) y
medicinas de venta libre para la tos, la gripe, el insomnio y para
adelgazar. Las drogas ilegales de mayor
uso son la marihuana, los estimulantes (cocaína, crack, etc.) LSD, los
derivados del opio, y las drogas diseñadas (éxtasis).
A partir de los 12 años, y en algunos
casos antes, el uso del alcohol y la marihuana se ha convertido en un hecho
preocupante.
El uso de drogas y alcohol está asociado
con una variedad de consecuencias negativas, que incluyen el aumento del uso de
estas sustancias más tarde en la vida, el frcaso escolar, el ml juicio que
puede poner a los adolescentes en riesgos de accidentes, violencia, relaciones sexuales
no planificadas y arriesgadas y el suicidio.
Las señales principales del uso de
alcohol y drogas pueden incluir
·
Físicas: fatigas,
problemas al dormir, quejas acerca de su salud, ojos enrojecidos y sin brillo,
y una tos persistente.
·
Emocionales:
cambios en la personalidad, cambios rapidos de humor, irritabilidad comportamiento
irresponsable, poco amor propio o autoestima, carencia de juicio, depresión, retraimiento
y una falta general de interés.
·
De
familia: el comenzar argumentos, desconocer las reglas, el retraerse y
dejar de comunicarse con la familia.
·
En la
escuela: interés decreciente, actitud negativa, calificaciones bajas, ausencias
frecuentes, faltas al deber y problemas de disciplina.
·
Problemas
sociales: amigos o pares envueltos con drogas y alcohol, problemas con la
ley y el cambio dramático en la manera de vestir.
Algunas de estas señales de aviso pueden
ser señales indicativas de otros problemas emocionales. Cuando los padres se
preocupan deben tomar el primer paso y consultar con el médico de la familia. Si
se sospecha del uso/abuso de drogas o alcohol al adolescente se le debe hacer
una evaluación comprensiva por un grupo interdisciplinario.
Los padres pueden ayudar a sus hijos proveyéndoles
la educación a temprana edad acerca de las drogas y el alcohol, estableciendo comunicación,
siendo ejemplo modelo positivo y reconociendo y tratando desde el comienzo los
problemas que surjan.
Fuente:
www.aacap.org
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